Es probable que en más de una ocasión hayáis escuchado: una
buena comunicación es la clave para que una pareja funcione. Y de hecho es una
de las claves para el buen funcionamiento de una relación, pero la cuestión es… ¿qué es exactamente, qué entendemos por
buena comunicación en una pareja?
Una buena comunicación en una relación se va a nutrir de dos
componentes principales: saber expresar
de manera directa y clara lo que queremos expresar (tanto a nivel verbal
como no verbal, sin dar rodeos o “dejar
caer las cosas”) y que haya un
sentimiento de libertad para expresarnos abierta y libremente con la pareja. Esto
es, que ambas partes perciban que pueden
decir lo que piensan, cómo se sienten y cuáles son sus ideas sin miedo a la
reacción del otro o a sentirse infravalorados. En este último sentido muchas parejas pueden
sufrir carencias, ya sea desde el comienzo de la relación o a partir de cierto
punto. Por ejemplo, es común que al inicio de una relación haya cosas que “no
se dicen” por miedo a la reacción del otro. O parece que en ocasiones no nos
atrevemos o no queremos hablar de cómo nos sentimos, o preguntarle sobre ello a
la otra persona, por miedo a cómo pueda responder. Cuando esta tendencia se
mantiene a medida que avanza la relación, aparecerá esta falta de libertad para
poder comunicarnos. Pero también es
probable que al principio no fuese así y se haya ido desarrollando debido a
patrones de comunicación poco eficaces.
Llegados a este punto: ¿qué
genera esos patrones de mala comunicación? Faltas de respeto, pocas muestras de
afecto y una comunicación basada en reproches
e imposición de la opinión del uno sobre el otro son algunos ejemplos que
pueden deteriorar la comunicación. Asumir que sabemos lo que la otra persona
nos va a decir y no permitirle expresarse, adivinar
sus pensamientos, o pretender que adivinen los nuestros (por ejemplo, si
algo nos molesta y asumimos que el otro lo tiene que notar y saberlo sin que se
lo digamos) generará conflicto y
deteriorará la comunicación y la pareja. Por muy bien que se lleguen a
conocer dos personas, es irreal asumir que deben saber lo que piensan
exactamente en cada momento.
Cuando la comunicación es ineficaz y casi inexistente, la
relación de pareja va a estar muy deteriorada y se verá necesitada de atención
profesional: terapia de pareja. Antes
de llegar a este punto y si detectamos algunos comportamientos como los
comentados (o parecidos) podemos tener en cuenta las siguientes consideraciones
para mejorar la comunicación:
- Empatizar. Es importante que ambas partes de una pareja aprendan a ponerse el uno en el lugar del otro. Intentar comprender cómo se siente la otra persona, si tuviésemos su punto de vista. Esto nos ayudará a comprender mejor su comportamiento y cómo le afecta el nuestro, además de ayudarnos en conflictos.
- Hablar sobre cómo nos sentimos o qué pensamos en un momento dado, en lugar de esperar a que la otra persona “se dé cuenta”. Cuando algo nos moleste, no nos guste, nos inquiete, si estamos pasando un mal momento… comunicárselo a la pareja en lugar de esperar a que el otro lo adivine. Por muy bien que nos conozca, puede no darse. Considerar que debería hacerlo, generará enfado o decepción. Y finalmente derivará probablemente en una discusión o estallaremos más adelante.
- No callarnos lo que pensamos por “no discutir”. Cuando se trata de algo importante, si no lo transmitimos y nos lo “tragamos” al final se acumulará y terminaremos por explotar. Si algo nos molesta, lo tenemos que abordar lo antes posible, en un contexto calmado, tras haber disminuido la activación emocional inicial.
- Decir lo positivo que vemos en nuestra pareja. Transmitirle a la otra persona lo que nos gusta de ella de manera espontánea, cuando lo sintamos. Parece que en ocasiones nos resulta más sencillo decir lo que no nos gusta que lo que sí y se nos olvida hacerlo.
- Escuchar de manera activa y con interés a la pareja. Si nos cuenta algo mostrar interés, hacer preguntas, escuchar de verdad y no pasivamente. Si una persona no se siente escuchada no se va a sentir bien y dañará a la pareja.
- Dejar las acusaciones a un lado y hablar desde el respeto. Cuando haya conflicto, centrar la discusión en resolver la situación, en qué se puede hacer para solucionarlo.
- Emplear el lenguaje “yo”. En relación con lo anterior, cuando algo nos moleste expresaremos exactamente qué ha sido, cómo nos hemos sentido y qué queremos, en lugar de entrar a acusar a la otra persona. De manera genérica, sería lo siguiente: “cuando haces esto me haces sentir mal/triste/enfadado/a… y me gustaría que hicieras esto otro”.
- No infravalorar la opinión del otro. En algún momento (y puede que en muchos) vamos a disentir con la pareja. Es normal no estar de acuerdo en todo, pero tampoco podemos imponer nuestra opinión o nuestro modo de resolver las cosas a los de la otra persona. Podemos mantenernos en nuestra posición, pero sin hacer sentir a la otra persona que no la escuchamos o tenemos en cuenta y tratando de resolver conjuntamente el problema.
- Basar la relación en confianza mutua. Si ha habido conflictos o problemas severos en el pasado y en teoría han sido resueltos, dejarlos en el pasado. Si no intentar resolverlos, si hace falta con ayuda profesional. Pero centrarnos en ello no nos va ayudar, una vez resuelto el pasado hay que aprender a dejarlo en ahí y confiar en la pareja.
- Buscar ayuda profesional. Si nos encontramos en una relación muy conflictiva, en la que la comunicación es deficitaria y la pareja está muy deteriorada una buena opción es plantearse una terapia de pareja.
Todos
estos “tips” o pautas van a ayudar a mejorar la comunicación a pesar de que no
hará que los conflictos desaparezcan. Pero sí nos ayudará a gestionarlos mejor.
No obstante hay algo que debemos considerar en todo momento y es que además de
comunicarnos efectivamente tenemos que asegurarnos de compartir buenos momentos con la pareja. Hacer cosas juntos y fomentar
el afecto positivo, expresar nuestros sentimientos por la otra persona de
manera abierta y directa. Para que una relación funcione, debe haber un
interés del uno en el otro y querer compartir tiempo, momentos y recuerdos.