Cuando
comenzamos una relación de pareja parece que todo es ilusión. Es frecuente que
aparezcan afirmaciones del tipo: “Me encanta todo en mi pareja”, vivimos un
período inicial de “cuento de hadas” en el que todo son (parece) detalles y
buenos momentos. Cada nuevo elemento a descubrir en la otra persona parece ser
mejor que el anterior y parece que solo percibimos virtudes; y si observamos
defectos, tendemos a minimizarlos u omitirlos. No obstante, esta percepción
tiene más que ver con un proceso de idealización inicial de la pareja que no durará eternamente, que
caracteriza sobre todo al período de enamoramiento y que según como se maneje
puede tener consecuencias en momentos posteriores de la relación.
¿En qué consiste idealizar a la pareja? Idealizar
a la pareja consiste en maximizar sus virtudes y minimizar sus defectos hasta
llegar, en ocasiones, a casi omitirlos; lleva a interpretar todo lo relacionado
con la pareja a través de un “filtro” positivo. La idealización del otro es
algo común en la etapa inicial de enamoramiento, durante esos primeros meses de
marcada ilusión y pasión. Incluso, se ha considerado que esto podría ser
beneficioso para la pareja siempre y cuando (y aquí viene lo complicado) no
sobrepase los límites de la realidad. Cuando la idealización de la otra persona
se torna irrealista (atribuyendo a la pareja cualidades o virtudes que
directamente no existen o que se magnifican en exceso) la relación de pareja se
verá afectada. Al idealiza al otro de esta manera, se producen desengaños y conflictos: la persona que
idealiza, al ver la realidad, ve sus expectativas no satisfechas y genera
demandas excesivas a la pareja. Sentirá que la otra persona le ha fallado,
comenzarán los reproches y no sería raro que aparezcan comentarios del tipo “no
eres la persona que conocí”. Por otro lado, la persona idealizada percibe que
se le hacen demandas que no comparte o comprende y siente una elevada
frustración al no poder complacer a la pareja o al no comprender lo que ocurre
entre ambos. Además, esta persona no percibirá aceptación por su pareja y por
supuesto se sentirá presionada. En este punto ambas partes se vas a distanciar
y si no se gestiona de algún modo y conjuntamente, la cantidad de conflicto
aumenta hasta poder derivar en una ruptura. E independientemente de que la
ruptura ocurra, el distanciamiento y frustración en la pareja aparecerán e irán
incrementándose exponencialmente.
¿Por qué se llega a idealizar en exceso a
una pareja? Antes de nada, me gustaría recalcar que hasta cierto punto, la idealización de la pareja es algo normal de
la etapa de enamoramiento y que solo es problemática cuando se mantiene de
manera irracional. La idealización irracional atribuye a la pareja virtudes
que no existen y genera una imagen distorsionada del otro, mientras que la
idealización normativa lo que hace es valorar algo más positivamente a la
pareja que al resto de personas pero sin cruzar los límites de lo real. Llegar
al extremo de la idealización excesiva puede relacionarse con diversos factores
y dependerá de cada caso individual, pero sobre todo parece haber relación con
una autoestima disminuida. Cuando se tiene una baja autoestima y los
pensamientos sobre uno mismo tienden a estar descritos en términos negativos,
es más fácil que aparezca la tendencia a sobrevalorar a otras personas mucho
más positivamente de lo que sería realista. Se sitúa a la pareja en un nivel
“superior” a uno/a mismo/a, sobrevalorando sus deseos y opiniones sobre los
propios. Dentro de este círculo, la autoestima comienza a disminuir cada vez
más: pueden aparecer pensamientos del tipo “no sé que hace conmigo” y miedo
intenso a ser dejado. En este punto, se está generando un importante
desequilibrio en el funcionamiento de la pareja además de una dependencia
emocional hacia la persona idealizada. Como
añadido, tienen una alta influencia también los mitos sobre el amor romántico y
la pareja “ideal”, así como los mitos de la media naranja. Asumir que debe
existir una persona que “debe ser nuestra única confidente” y “atender en
exclusiva a todas nuestras necesidades emocionales” favorecen la aparición de
demandas poco realistas hacia la pareja.
¿Cómo podemos evitar caer en la idealización
excesiva de la otra persona? En primer lugar, aprendiendo a valorar que
todas las personas tienen virtudes y defectos. Debemos aprender a apreciar que
ninguna persona hace todo bien, es imposible. Nadie queda libre de equivocarse,
ni luce perfecto a todas horas. Un punto clave y fundamental para evitar caer
en la idealización, y ya no solo hacia la pareja sino hacia cualquier persona,
es aprender a valorarnos y a no
compararnos con los demás. Debemos aprender a ser críticos con nosotros mismos
para lo malo pero también para lo bueno. Y percibir en qué aspectos podemos
sobresalir frente a otras personas, aprender a valorarnos al mismo nivel que al
resto de seres humanos. Somos exactamente igual de valiosos que cualquier
persona a la que admiremos o que cualquier pareja que podamos tener. Y aprender
a valorarnos de este modo y a querernos nos ayudará a no caer en la
idealización excesiva.
En el
ámbito de la pareja conviene evitar las comparaciones con parejas previas. Si
hemos sufrido con anterioridad, si lo hemos pasado mal con otra persona y
comparamos a una pareja actual con la que estamos bien, el balance puede hacer
que acabemos sobrevalorando a esta nueva pareja de manera colateral. Y de ahí
que nos lleve al final a una idealización. Las comparaciones solo nos llevan a
hacer juicios de valor, por lo que tenemos que aprender a observar que
diferentes relaciones con diferentes personas son eso: diferentes. Que una
relación pudo no funcionar en absoluto, que la otra persona pudo comportarse
bien o mal con nosotros. Que veamos que
estamos mucho mejor con nuestra pareja actual, más a gusto y felices. Pero
dedicarse a comparar no nos lleva a ninguna parte. En cambio, lo que sí podemos
hacer es valorar lo que vemos en la pareja actual y disfrutar de ello, en el
momento presente, de lo que nos gusta y lo que no. Pero apreciarlo sin comparar
nadie más.
Por
último, hay que aprender y comprender que las relaciones evolucionan y tienen
su proceso y etapas. Lo que importa es aprender a gestionar las etapas de una
relación en pareja en lugar de querer “estancarse” en una fase “perfecta”. Si
bien durante el enamoramiento aparece esa idealización del otro, a medida que se
va conociendo a una persona comienzan a detectarse defectos, cosas que no nos
gustan, se generan conflictos… es una parte inevitable en las relaciones
humanas. Pero eso no quiere decir que sea alguien diferente, ni que tenga que
acabarse la relación. Cabe aprender a disfrutar de todas las etapas de una
relación sin pretender que todo sea perfecto en todo momento. Como punto clave,
es necesario fundamentar la pareja en una comunicación activa y en la
colaboración mutua. En aprender conjuntamente a vivir esas etapas, adaptándoos,
apreciando y valorando los buenos momentos y pequeñas cosas que aportáis el uno
al otro, a pesar de que haya cosas que no gusten. Ya que la perfección no
existe, buscarla tanto en la pareja como en cualquier ámbito de la vida sólo
nos va a llevar a la frustración, y hasta que no aprendemos a aceptarlo y a
disfrutar de las pequeñas cosas no podremos disfrutar plenamente de la relación
ni de nuestra vida en ella.
Si
crees que podrías tener alguna dificultad en este proceso de adaptación y/o en
otros aspectos con tu pareja y te gustaría recibir orientación profesional, no
dudes en ponerte en contacto con nosotras.